jueves, 22 de agosto de 2013

Sesión on line

Continuando con el relato de primeras experiencias iba a titular esta entrada como sesión virtual pero ese adjetivo no haría justicia a lo que sucedió una tarde de verano entre G (n.c.i.) y yo.

Realmente no es la primera experiencia on line ni tampoco la última pero sí la única que merece la pena recordar. De todos modos aclararé que nunca he sido muy partidario del sexo virtual por lo que en total puede que no lleguen ni a cuatro o cinco las ocasiones en que he hecho algo similar, pero sin duda, ésta fue la mejor de todas con muchísima diferencia.

Estaba conectado en un chat al que entraba con regularidad y mi nick me delataba como sumiso. Empecé a charlar con una chica que tenía cierta experiencia en juegos de este tipo con su pareja, aunque no era Ama de tener sumisos,
simplemente que tenía un amplio repertorio de prácticas que realizar con su pareja y no se limitaba a repetir monótonamente el misionero.

Al cabo de unos minutos la conversación fue encendiéndose hasta que terminó por convertirse en una sesión a través del ordenador cuando decidió que mejor que charlar de BDSM era ponerme a prueba.

Cuántas veces se ha dicho que al otro lado de un chat puede haber cualquier persona menos quien se cree que hay pero confié plenamente en mi instinto dando credibilidad a que me escribía con una chica de veintipocos con ganas de disfrutar un rato y de la misma forma ella confió en que quien tecleaba al otro lado de la pantalla era un chico más o menos de la misma edad dispuesto a obedecer sus órdenes.

En una sesión así, sin webcam, lo verdaderamente importante es la palabra, y poder aplicar toda la imaginación posible a lo que se lee.

Recuerdo más o menos bien aquella sesión ya que nunca he sido partidario del sexo virtual. Prefiero leer un relato y en ocasiones escribirlo antes que sentarme a escribir frases eróticas una detrás de otra. Además, siempre llega un momento donde uno de las dos acaba dejando de escribir para limitarse a leer (y posiblemente ocupe su mano en otros menesteres que le impiden teclear) y la conversación se convierte en un monólogo hasta que el más "cómodo" obtiene su placer.

Con G fue muy distinto, ella iba dando órdenes y yo iba describiendo cómo las llevaba a cabo. Mentiría si dijera que recuerdo perfectamente el orden en que se iban sucediendo las escenas pero sí se quedaron grabadas algunas como si las hubiera vivido ayer mismo.

Lo primero de todo fue obligarme a quitarme la ropa y arrodillarme delante del ordenador. Como decía, no había cámara que demostrara que iba haciendo las cosas tal y como me las pedía, pero creo que ella estaba convencida de que cumplía fielmente todo lo que me decía, como así era.

Ya de rodillas me preguntó si eestaba excitado, a lo que respondí con un sí rotundo. Entonces me obligó a escribir su nombre con mi polla. Me tuve que poner de pie un momento y acercar mi miembro, que estaba completamente empalmado, y fui presionando las cuatro letras de su nombre, aunque en la pantalla aparecieron muchas más, ya que cada vez que intentaba apretar una tecla en la pantalla salían tres o cuatro.

Después quiso que me penetrara y que para ello buscara algún objeto adecuado. Sugirió que fuera a la cocina y allí encontré una espumadera con un mango muy apropiado para lo que pretendía. Volví al ordenador y de nuevo de rodillas introduje la espumadera bien adentro mientras con una mano iba escribiendo lo que iba haciendo.

Seguíamos escribiendo, cada vez más excitados los dos. Como habíamos estado hablando de juegos con velas me ordenó coger una y encenderla, así que retiré la alfombra que había donde el ordenador y cogí una vela verde gruesa que utilizaba en aquella época. La encendí y me hizo esperar hasta que se fuera acumulando cera derretida arriba para dejarla caer sobre mi pecho de una sola vez. Nuevamente tenía miedo de que pensara que yo escribía sin más, cuando realmente iba haciendo todo lo que me ordenaba, pero me aseguraba que estaba absolutamente convencida de mi seriedad y de mi entrega, lo que hacía que mi alma sumisa se sintiera muy agradecida y, si cabe, más entregada aun.

No recuerdo si hubo alguna orden más en aquel rato pero sé que la última fue que escribiera qué haría con ella si estuviéramos a solas y juntos en una habitación para darle placer, así que dediqué los siguientes minutos a relatar cómo sería un masaje dado por mí, cómo adoraría sus pies y como terminaría por hundir mi lengua y mis labios hasta darle el máximo placer del que fuera capaz. Cuando empecé a relatar todo esto vi que ella dejaba de escribir tan seguido para poner muy de vez en cuando un escueto "sigue" o un simple "sí" que me sirviera para saber que me leía aunque sin decírmelo sabía que había llegado a tal punto de excitación que quiso llegar hasta el final.

Y así, leyendo todo lo que mi imaginación soñaba con hacer con un Ama en vivo ella se entregó a sus caricias sabiendo que al otro lado había un chico de veintipocos, desnudo, con cera verde en su pecho, una espumadera en el culo y escribiendo de rodillas delante del ordenador para ella y su placer hasta que ella alcanzó su orgasmo.

Es casi tan excitante recordarlo como vivirlo, pero sólo casi. Al menos sé que este texto tarde o temprano será leído por alguien que recree la escena en su cabeza y ojalá le produzca sensaciones parecidas a las que sintió G aquella tarde. De hecho, quizás debiera informar a G de esta entrada por si quisiera comentar algo.

Mantuvimos bastantes charlas durante meses, aunque la única sesión fue ésa, siendo el resto de charlas bastante más tranquilas, aprendiendo el uno del otro, comentando prácticas, trucos y demás.

Un día llegamos a conocernos en persona y me encantó escucharle que aunque nunca llegarámos a tener una sesión en vivo por estar ella con novio podía estar orgulloso ya que conmigo ella había llegado a correrse.

A los pies de MAR.

helmut.

Nota: sigo ampliando mi periodo de abstinencia actual.

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