domingo, 18 de agosto de 2013

Abstinencia (1)

Anoche estuve hablando con MAR de mi vida sexual actual, del tiempo que ha pasado desde la última vez que tuve sexo y de los días que llevo sin tener un orgasmo. Casi 3 meses sin follar y más de una semana sin correrme. Desde luego, nada de lo que sentirse orgulloso, por lo menos para mí. Y eso que en lo de los orgasmos el tiempo depende de mí pero quien sabe, en otros momentos de mi vida he tomado la decisión de renunciar a la masturbación y sólo el paso de los días confirmará si ahora estoy en uno de esos momentos o no, aunque luego no sé muy bien para qué sirve pasar un plazo largo sin tener un orgasmo. Son una especie de reto mientras duran, pero tampoco es que cuando se acaban sea una experiencia maravillosa.

Como casi todo en esta vida me temo que en un punto intermedio es lo mejor y desde luego plazos de un mes no me parecen un punto intermedio. ¿Por qué entonces? Hay más de una razón. Una de ellas es una muestra de sacrificio a alguien que lo haya pedido o que al menos lo pueda interpretar así. Poder decirle a alguien que se ha renunciado a tener un orgasmo mientras ella no diga lo contrario tiene, al menos en mi caso, un valor indudable de sometimiento.

Y si es un momento en el que no hay ese alguien, ese Ama al que entregarle mi sexualidad hasta el punto de renunciar a ese placer inmenso que es el orgasmo, entonces entra en juego otro de los motivos. El mantener esa situación hace que mentalmente se esté más activo sexualmente. El renunciar al orgasmo hace que el cerebro funcione de otra forma y encuentre recompensas en roces o visiones que de otra forma hubieran pasado desapercibidos.

También es un pequeño juego de tortura y placer quedarse a solas en el silencio de la noche viendo alguna película porno o algún canal con escenas de sexo que tanto abundan de madrugada y acariciarse sin terminar, tener un rato de placer onanista sabiendo que se le pondrá fin antes de tiempo. Lo que en otros momentos es un medio para llegar al placer se convierte así en el placer mismo, en un rato de caricias más lentas, más sentidas y aunque no culminen en un orgasmo son relajantes por un lado y excitantes por otro. Requiere autocontrol para saber interrumpir antes de que sea demasiado tarde y es ahí donde entra la parte de tortura. Qué explicación tiene el no continuar hasta obtener un mayor placer, pues simplemente el aliciente de esperar un día más, y después otro y otro.

Y toda esa abstinencia, ¿cuándo finaliza? Pues cada vez de una forma distinta. Sin duda lo mejor es que sea delante del Ama y que pueda ser testigo in situ del fin de ese periodo y observe en persona el fruto del sacrificio de su sumiso. Y si no hay Ama entonces las posibilidades son dos, bien en un momento en el que el autocontrol falla y se impone la fuerza de la naturaleza a la racionalidad y no se para a tiempo, o bien en un momento más preparado, montando una escena más adecuada cuando es la racionalidad la que establece que ha llegado el momento de acariciarse hasta el final y que eso ha de hacerse en un contexto más elaborado, ya sea con algún estímulo visual adecuado (fotografía, películas o incluso relatos) o sensorial (ya sea con ropas o juguetes).

Estos periodos de abstinencia no son fáciles. Aguantar dos, tres o cuatro días no es problema. Lo más duro es pasar la primera semana o los diez primeros días, ya que se lleva relativamente poco tiempo como para que no sea tan grave volver a empezar y la mente recuerda perfectamente lo agradable que es un orgasmo como para renunciar a él si no es obligatorio. Una vez que han pasado ya entre diez días y dos semanas, es como las dietas, el cuerpo ya se empieza a habituar y no lo echa tanto de menos pero esa curva de deseo decreciente empieza de nuevo a darse la vuelta al cabo de un tiempo y el cuerpo y la mente reclaman que de la forma que sea se alivie todo ese deseo, hasta que, como decía antes, llega el día en que se satisface todo ese deseo.

He de aclarar que, según mi experiencia, un orgasmo después de varios días sin correrse por lo general es intenso, sin embargo, después de varias semanas ya no se diferencia de otro cualquiera, incluso puede llegar a no ser placentero en absoluto.

Llegados a este punto es posible que alguien esté con la intriga de cuánto tiempo he podido llegar a aguantar. Periodos de dos semanas son hasta cierto punto habituales. Pero recuerdo que con M, uno de los Amas con quien tuve una relación más larga, quedamos cuando llevaba dos semanas y fui yo quien pidió que ese día me permitiera no correrme, ya que creía ser capaz de aguantar una semana más. Ella, satisfecha, así lo hizo. Cuando nos vimos a la semana siguiente le sorprendí cuando volví a decirle de nuevo que creía ser capaz de aguantar una semana más. Finalmente, cuando nos vimos a la semana siguiente, ya no recuerdo pedirle una nueva prórroga y aquel día, poco antes de poner fin a nuestro encuentro, acabó masturbando a su sumiso, para ser ella misma la que provocara el final de un mes sin sexo de su esclavo. Cuando por fin eyaculé le maravilló lo abundante de mi corrida, lo que era una prueba de que desde luego llevaba muchos días sin hacerlo. Como además lo recibió en sus manos, me las dio para que las limpiara, aunque más que lamer unas gotas, en esa ocasión tuve que beber literalmente. A los dos se nos quedó grabada esa escena ya para siempre y de vez en cuando la recordábamos entre risas.

Sin embargo, el récord no está en un mes. Fue con otro Ama con quien llegué más lejos. Con SL tuve bastantes charlas por internet y nos vimos varias veces tomando café pero encuentros Ama y sumiso sólo tuvimos dos. Y fue en el segundo de esos dos encuentros donde llegué habiendo cumplido 61 días desde mi último orgasmo. A día de hoy me parece absolutamente imposible poder repetir un logro igual. Estar más de 2 meses sin un orgasmo me parece una locura, casi casi un castigo que sólo tiene sentido si es un Ama quien lo impone, más que un sumiso por iniciativa propia, sobre todo si se trata de un sumiso sin Ama, como es mi caso.

Eso sí, aclararé que en el momento de escribir esta entrada llevo 9 días sin correrme, justo el momento crítico de sucumbir al autoplacer o de esperar un día más, poniendo metas cortas y alcanzables que permitan sumar día a día para ver hasta dónde se puede llegar en esta ocasión.

Desde luego, todo lo que consiga, sea mucho o poco, quiero que sirva de sacrificio que hago para MAR.

A los pies de MAR.

helmut.

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