lunes, 30 de septiembre de 2013

Dejándose ir

Tendría unos 16 años y al volver a casa sólo tenía llaves de la puerta de la calle pero no del portal, así que me tuve que quedar esperando a que apareciera alguien. Lo más probable es que mis padres llegaran al cabo de una media hora pero como llovía no podía hacer nada salvo estar resguardado debajo del zaguán y en un sitio donde nadie me veía. No sé qué se cruzaría por mi imaginación que decidí que era un buen momento para masturbarme, así que desabroché el pantalón, saqué mi miembro y empecé a tocarme mientras algunas gotas de lluvia me salpicaban levemente. Y así estuve hasta que finalmente me corrí viendo como el fruto de mi placer caía al jardín y se perdía por una rejilla. Puede que haya sido una de las más extrañas que haya hecho nunca aunque no la más morbosa, para eso, las que vienen a continuación.

En un pub irlandés con una chica con la que había chateado un tiempo y justo el día que nos conocíamos. Un amigo mío conoció a una tía que le empezó a sobar en mitad de la pista de baile y nosotros dos nos animamos. Estábamos de pie, medio bailando, yo justo detrás de ella. No sé si fui yo el que acerqué mi pantalón a su cuerpo y ella puso su mano en la espalda o si fue ella la que con su.mano me buscó. Pero lo que recuerdo perfectamente es cómo acabó su mano, confundiéndose con la tela de la falda y dentro de mi pantalón. Paramos antes de que fuera tarde pero fue mi primera paja en público, eso sí, muy discreta.

Había quedado con M. que estaba estudiando un máster y yo había ido a buscarla a la salida de clase. Estaba sentada en un banco de una zona ajardinada y fui hacia ella. Como su sitio estaba un poco en alto su pierna quedaba a la altura de mi polla y casi de casualidad (o no) descubrió que podía acariciarme sutilmente sin que se notara. Con una pierna cruzada sobre la otra empezó un movimiento de vaivén con su pie de tal forma que cada vez que lo subía su rodilla me tocaba y a cada toque se iba endureciendo. Yo lo disfrutaba y ella también estaba encantada con el efecto que iba provocando en mí. Posiblemente el sitio no era el más indicado para continuar hasta el final y llegó un momento en el que paró su juego y nos movimos ya fe sitio.

Por último, viví una situación muy parecida a la anterior, también con M. un día en la entrada de una boca de metro en la Gran Vía de Madrid. Habíamos pasado la tarde juntos y ya nos estábamos despidiendo. Ella un escalón por encima de mí. Seguramente fue casualidad, pero las casualidades también se deben a una razón, y estando así ella estaba por encima de su sumiso. No sé muy bien cómo pero su rodilla buscó y rozó mi entrepierna y deliberadamente moviendo ligeramente su pierna fue acariciándome de manera similar a como había hecho en la otra ocasión, y fue notando mi excitación. Y yo iba notando cómo crecía mi polla a cada movimiento. Fue muy placentero pero es que además, esta vez, no paró antes de tiempo, sino que siguió con su movimiento rítmico y los dos supimos que si no dejaba de hacerlo su sumiso acabaría corriéndose. Y así fue. Todavía me excito recordando de qué manera acabé eyaculando y sintiendo el calor de mi corrida deslizándose por mi muslo. Qué placer. Creo que fue mi primer orgasmo en público, aunque posiblemente nadie se dio cuenta. Sin embargo no termina así este relato, ya que en cuanto vio que había finalizado mi orgasmo me dio.una orden: bajar a la taquilla del metro y volver a subir a la calle. Efectivamente, tuve que bajar tres tramos de escaleras con el pantalón mojado por mi corrida. No sé si alguien se percató pero sin duda fue el precio con el que pagar la atención de mi Ama de llevarme hasta el orgasmo, teniendo en esta oportunidad primero el premio y después la prueba de sumisión.

Hoy un plan así sólo podría hacerlo con MAR. Y aunque ayer a última hora vio algo de mi lado más ansioso por mensajes y en el blog (hoy ya son 9 días de costosa abstinencia) la verdad es que después de confesar ciertos detalles me siento vulnerable. Pero no puede ser de otra manera si con Ella no hay secreto alguno. Y aprovecho este blog para contar a quien lo lea experiencias del pasado, puede que también para dar ideas y en el fondo, como tributo a quien he decidido entregar, entre muchas más cosas, las decisiones sobre mi sexualidad. Y así pongo fin por hoy, confesando mis ganas de poner fin a estos días de roces interrumpidos antes de tiempo y poder "dejarme ir" pero con la intención de que cuando llegue el momento sea con el permiso de MAR y, si es posible, en su presencia.

A los pies de MAR.

helmut.

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