martes, 21 de enero de 2014

Paseando a Miss W.

He visto a MAR este fin de semana, aunque ELLA aún no lo sabe.

No es ésta la entrada con la que tenía pensado iniciar el año pero tampoco estaba en el guión ver a MAR y el destino ha hecho que pudiera cruzarme con ELLA, aunque a cierta distancia y sin que se diera cuenta.

Estoy a punto de terminar de relatar cómo fue el último encuentro con MAR y cuando esté finalizado actualizaré de nuevo el blog. Confío en que la espera merezca la pena.

Mientras tanto, estaba un poco avergonzado por haber dejado pasar tanto tiempo sin entrar aquí. El ritmo de trabajo no ha parado, de hecho he pospuesto dos veces días de vacaciones en las últimas semanas, pero me siento mal porque el blog haya estado tantos días sin publicar nada nuevo. Esa situación no se corresponde con la realidad de quien lo escribe y lo que siente hacia quien lo lee. Así que estoy como no hace tanto tiempo, renunciando a comer con mis compañeros de trabajo para dedicar el rato de la comida a escribir, al igual que hace unos meses lo hacía para leer "La Venus de las Pieles".

Y al igual que Severin al principio de esa novela me siento tan ilusionado de haber visto a MAR aunque hayan sido unos segundos y de casualidad. Iba con un tocayo mío por la calle y se fijó en un perro, era un labrador color canela bien bonito que paseaba un chico más o menos de mi edad. Seguimos andando y acabamos en una calle muy comercial, casi a la entrada de El Corte Inglés, y mi tocayo se fijó de nuevo en otro perro. Casualmente era otro labrador color canela, más bonito que el anterior. Cuando subí la vista para ver con quien estaba vi que era una pareja y rápidamente me llamó la atención la melena rizada de la chica y tras un instante reconocí a MAR.

¡Qué alegría! Habíamos medio hablado para vernos esta semana pero con dos agendas complicadas y horarios difíciles no estaba yo muy convencido. Y al final, se ha cumplido. Me siento como un nuevo Severin que se sentía feliz si veía a Wanda en el jardín. Así me sentí yo cuando vi a MAR.

Dudé un instante si acercarme a saludar, incluso a postrarme a sus pies delante de tanta gente, pero iba acompañada y preferí no interrumpir su paseo. No estoy seguro, pero puede que fuera la típica típica compañía que en otro momento, en otras circunstancias, hubiera podido ser algo más que un amor platónico lo que hoy es una amistad especial entre un señor maduro y una chica muy especial.

Ojalá llegue pronto el día en que pueda ver a MAR de nuevo, pero que me vea ELLA también a mí. Me muero de ganas por quedar a comer donde me ordene.

A los pies de MAR.

helmut.

No hay comentarios:

Publicar un comentario